Se siente un poco extraño los atardeceres caminando sin meñique… Después de la amputación hace dos años pensé que tarde o temprano me acostumbraría, pero no ha sucedido así hasta hoy, tuvimos una relación muy larga, años juntos cuerpo y meñique. Pierdo el equilibrio si me paro sobre mi pie derecho, creo que hasta camino extraño y a veces siento como si su espacio vacío sangrara. Ese meñique era parte de mí, nunca lo valoré lo suficiente hasta que no lo tuve más, asumir el doloroso diagnóstico fue difícil.
Aunque siempre el pie está cubierto con calcetín y calzado, cuando me los quito creo que todos ven mi pie derecho en búsqueda del fenómeno, en búsqueda del vacío. Y el meñique no aparece y cojeo, cojeo en la mente, y me duele, y me sangra, y quiero llorar, y no puedo, cojeo, cojeo… ¿Dónde estará ahora ese meñique? Este atardecer no es el mismo sin él, se siente su vacío…