
Este era un hombre, era enorme, era un gigante y sobrevivía día a día en la ciudad de los gigantes, sin embargo, él era el más pequeño de todos ellos...

Observó la situación desde lejos, fotografió con la mirada el cielo, el magistral y magnánimo cielo nublado. Su lente estaba un poco trizado, o tal vez sucio, con esa suciedad que produce que el ojo pestañee por reflejo y lagrimee como una vertiente, de esta forma, sin fotografía permitió que su cuarto se inunde en llantos...
