octubre 22, 2004

SUBTERRÁNEO



Las puertas del vagón
se cerraronen mis narices,
tus ojos se quedaron dentro,
en la oscuridad del tunel los veo,
me miran, aún húmedos,
las lágrimas se deslizan,
las mejillas no existen en el vacío,
el polvo del tunel forma una silueta.




El metro salta a la estación siguiente
como un corcho de champagne,
las puertas se abren
y tus ojos se me escapan
corriendo por la escalera mecánica,
ahora sólo me quedan tus lágrimas...




Una vez en el túnel
tus lágrimas se deslizan,
humedecen con su angustia
mis delgadas mejillas
y mueren en mi mentón...


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